viernes, 13 de mayo de 2011

"Fuertes"

¿Quieres que lo lleve?, pregunté a mi pequeño nieto quien, era evidente, se esforzaba para cargar el cochecito de control remoto que rebasaba el largo de sus bracitos extendidos. Buscando una y otra vez una forma más eficiente de llevarlo, no lograba sujetarlo y parecía resbalar de sus manitas como un pez recién sacado del agua. Al verlo batallar, insistí, ¿quieres que lo lleve? Su respuesta fue la misma: “No gracias, Gramma” y se empeñó hasta que llegamos hasta donde podía bajar el coche para hacerlo correr.
El pasaje me vino a la memoria mientras veía una película en la que el personaje, un joven, aseguraba: “Hay veces que necesitamos sentirnos fuertes aunque no necesariamente seamos fuertes”.
¿Acaso no es lo mismo que ocurre con mucha frecuencia con mi pequeña nieta? Al intentar levantar una silla pesada o saltar de un escalón casi de su altura, ¿no está buscando “sentirse fuerte”, capaz?
Comprendí como opera la fórmula que, muchas veces, aplicamos las mamás e incluso las abuelas. Ése, en donde los vamos convenciendo de que “no pueden, porque no son suficientemente fuertes” y lo justificamos entrando a la escena resolviéndoles el reto que sólo a ellos les pertenece en aras de nuestro amor.
Creo que, al menos por hoy, no estoy lista para hacer una revisión sobre mi pasado como madre pues, probablemente, encontraré el origen de las inseguridades y debilidades de mis hijos en este pequeño gran descubrimiento. Pero estoy segura que, ahora como abuela, me pondré atenta y aprenderé a dejarlos que ensayen “sentirse fuertes” aunque sean pequeños y aún no lo sean. Tal vez, de tanto ensayar, un día lo serán. Y mientras llega el día, tendré cuidado en siempre recordarles que estaré a su lado para “echarles una mano” en el camino de crecer.
¿Quién lo diría? Aunque soy Gramma, aún tengo tanto que aprender.

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